BARCELONA.- No hicieron falta coreografías, bailarines, ni vestuarios extravagantes. Bastó con la figura de Juan Luis Guerra, su estatura de jugador de baloncesto, su boina, su barba, y su orquesta, los 4.40, para abanderar a más de 17.000 espectadores que han llenado el Palau Sant Jordi este domingo, en Barcelona, para no parar de cantar, bailar y emocionarse durante casi dos horas de concierto.El recinto, lleno total, ha sido testigo de cómo familias enteras han coreado a todo pulmón La Bilirrubina y El Niágara en bicicleta; de las miradas enamoradas de cientos de parejas cantando abrazadas Bachata Rosa o incluso de alguna lágrima cuando el dominicano entonó la estrofa “ojalá que llueva café en el campo”.
La presentación de este domingo en Barcelona ha sido la primera de su enésima gira por España, en la que ya ha agotado entradas en varias ciudades.
El Palau Sant Jordi, empezó a recibir a los asistentes a falta de tres horas para el inicio del concierto. Algunos buscaban emocionados la puerta por donde acceder a la pista, otros se enfrascaban en discusiones para defender que Radio Güira, último álbum del compositor, está al mismo nivel de los grandes éxitos de “la época de los 4.40″, hasta que se encontraban de golpe con la enorme fila de gente para entrar.
“Mi primer recuerdo con Juan Luis Guerra es de cuando era niña y en las fiestas familiares ponían La Bilirrubina, luego, como estudiante de medicina, nos encantaba poner El Niágara en bicicleta, es algo que me ha acompañado toda la vida”, ha asegurado Rosario, una fanática del compositor, momentos antes de entrar.
RECIBIDO CON LOS BRAZOS EN ALTO
El público recibió al dominicano con los brazos en alto hacia las 21.30 y éste les correspondió con Rosalía, un merengue que los puso a bailar de forma inmediata. Le siguieron las canciones La Travesía, La llave de mi corazón, Como yo, con un Sant Jordi entero gritando todas las canciones junto con el compositor, desde la primera fila hasta la grada más alta.
Después del tropel de merengues, la orquesta tocó un popurrí de bachatas entre las que estuvieron Estrellitas y duendes, Bachata rosa, Bachata en Fukuoka o Que me des tu cariño.
La noche también tuvo espacio para los más nostálgicos, que vieron cantar a Roger Zayas la canción Tú, uno de los primeros temas de la banda, con la que el músico sacó su primer disco en 1984. Además de Zayas, en la orquesta estuvieron Patricio Bonilla, Isidro Bobadilla, la pianista Janina Rosado, o el mítico Juan de la Cruz Chocolate, dueño absoluto de la tambora, instrumento fundamental del merengue dominicano, que convirtió a toda la pista del coliseo en una pista de baile masiva.
BANDERAS DE LATINOAMERICA
De pocas palabras durante la noche, Guerra saludó al público venezolano, dominicano, panameño, o colombiano, mientras ondeaban decenas de banderas latinoamericanas en todas las localidades del Sant Jordi.
El momento más emocionante de la noche llegó en la segunda mitad del concierto, cuando el músico cantó Ojalá que llueva café, la canción que lo catapultó a la fama internacional, convirtiéndolo en uno de los artistas más escuchados en varios países de habla hispana y que enamoró a José Luis Perales, que tuvo que parar el coche mientras conducía y fue al día siguiente al Corte Inglés a preguntar quién la cantaba, según confesó el cantautor en un programa televisivo.
Hacia el final llegaron Farolito, Las Avispas o A Pedir su mano, para finalmente despedirse con La bilirrubina una vez más. “Fui con mi hija a su concierto de hace dos o tres años, hoy he vuelto porque ese fue uno de los recuerdos mas bonitos que tengo, es música que tengo arraigada desde siempre”, ha confesado Carlos, otro fan, en medio de dos canciones.
UNA LEYENDA
Para muchos fanáticos, Guerra, que acaba de cumplir 68 años, es ya una leyenda de la música en español. Lo atestiguan una fila de Grammys, los elogios de sus colegas y el abanico de géneros que ha abarcado en sus creaciones desde el jazz o el rock —que estudió en la universidad de Berkley— a la bachata y el merengue, originarios de su tierra y que exportó por todo el mundo.
Aunque faltaron éxitos de álbumes como Areito o Fogaraté; o canciones como Si de aquí saliera petróleo, Amapola o Woman del Callao, el público salió del Sant Jordi sonriente y recordando cada una de las canciones.
“Es una música que se ha transmitido de generación en generación, si tuviese hijos los llevaría conmigo al concierto, Juan Luis Guerra es básicamente toda mi infancia”, ha explicado Gemma, feliz tras el recital.
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